lunes, 6 de abril de 2009

El lugar de la mujer




Hace unos días asistí a una conferencia muy interesante impartida por la antropóloga Marcela Lagarde de los Ríos sobre “Feminismo y acción política”. Desde luego, estoy conociendo a mujeres muy interesantes últimamente. Mujeres sabias y comprometidas en poner su granito de arena para mejorar la sociedad.Voy a comentar lo que me ha sugerido su ponencia. Espero que ayude a abrir un poquito más la consciencia de las personas que se animen a leerlo como me ha ocurrido a mí.


Y comienzo con una pregunta: ¿Cuál es el lugar de la mujer?


Si observamos la forma de vida de diferentes culturas podríamos concluir que el lugar propio, y muchas veces único, de las mujeres es el doméstico.


Es interesante observar los anuncios de juguetes los días anteriores a las Fiestas de Navidad:


- Juegos de niños: predominan los colores oscuros (sobre todo el azul), los niños, la agresividad, y un medio exterior en el que se desenvuelven.


- Juegos de niñas: colores claros (sobre todo el rosa), niñas, ambiente ñoño, y en interiores (casa).


Sin embargo, las mujeres han salido de lo doméstico en reiteradas ocasiones para realizar importantes tareas en la sociedad. Y no solo a nivel profesional, sino también en situaciones de guerra han luchado activamente en el frente y han trabajado sustituyendo a los hombres que se iban allá.



Es decir, la sociedad (los hombres) echa mano de la mujer cuando la necesita, para relegarla de nuevo a la invisibilidad cuando ya no la considera necesaria.


Esto se plasmó tristemente en la Revolución Francesa.


Este período histórico fue muy importante, por provocar una transformación socio-política basada en los Derechos Humanos, la Democracia, la Ciudadanía y el Estado bajo los ideales de "LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD".


Se trataba de reconocer el derecho de ciudadanía de todas las personas.


Sin embargo no se produjo un replanteamiento del modelo jerárquico patriarcal propio de la estructura familiar.


Celia Amorós dice que "los caballeros hacen un pacto de ciudadanía: excluyen a las mujeres".


Tristemente, dejaron fuera de los Derechos Humanos a la mitad de la población.


Así, a pesar de la importancia que supuso la participación de la mujer en la búsqueda de una utopía en cuanto a los Derechos Humanos de cada individuo, finalmente:


* Se la excluye de la participación política, negándosele el derecho al voto y el acceso a cargos públicos.


* Se llevó a la guillotina a mujeres emancipadas.


* Les prohibieron el derecho a reunirse.


* Se la relegó a una posición dependiente del hombre.


Napoleón
puso la guinda a la tarta: recogió los principales avances sociales de la Revolución y negó a las mujeres los derechos civiles reconocidos para los hombres (igualdad jurídica, derecho a la propiedad...). Además, impuso leyes discriminatorias, como la de que la mujer puede escoger a su marido, pero una vez casada formará parte de su personalidad jurídica, funcionando como una posesión más de la casa. Define el hogar como el ámbito exclusivo de la actuación femenina.


Marcela Lagarde, Presidenta de la Comisión Especial de Feminicidios, dice:


"La democracia nace con la exclusión y el terror de las mujeres: la Revolución Francesa se coronó con un feminicidio"


"Objetivo: la consecución de una ciudadanía plena de las mujeres"


Un ejemplo de esto es el caso de Olimpia de Gouges, militante y protagonista de la Revolución, que fue guillotinada por sus compañeros de lucha en el año 1793, y que publicó en 1791 "la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana", en respuesta a "la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano" en 1789.


A la mujer no se le otorgó el derecho de ciudadanía. En "la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano" no estaba incluida la mujer.


¿De quién hablamos cada vez que utilizamos el masculino genérico?



1 comentario:

  1. Manuel Cañas Escudero8 de abril de 2009, 20:47

    Una figura desconocida y sorprendente para la inmensa mayoría, Olimpia de Gouges, cuyas propuestas se muestran de actualidad...¡doscientos años después, a comienzos del siglo XXI!. Olimpia de Gouges se revela como precursora de un cambio al que muchos y muchas han contribuido a lo largo de la historia reciente. Un cambio que ahora empieza a ser una realidad, parcial, fragmentada y contradictoria, que se extendie e impregna aspectos cada vez más amplios de nuestra vida.

    En nuestra cultura occidental se están generando cambios sociales en muchos ámbitos. Uno de los más importante por su alcance, profundidad y efectos es el que está configurando una sociedad en la que hombre y mujer lleguen a tener la igualdad efectiva reconocida plenamente como seres humanos en todos los órdenes de la vida. Puede parecer una utopía inalcanzable pero... ¿quién puede afirmar que en otras sociedades y culturas no se puedan desarrollar cambios que permitan en el siglo XXI su propio camino hacia la igualdad?

    En todo caso, si que soy más escéptico en un punto: las jerarquías de las grandes iglesias monoteistas. Sus estructuras antidemocráticas tienen una incapacidad innata para incorporar cambios, lo que supone un enorme lastre que arrastra el conjunto de la sociedad. Mientras que no soltemos ese lastre, el camino hacia la igualdad será mucho más lento y doloroso.

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